Los Pirineos. Las Codilleras Béticas. La Cordillera Cantábrica. Los Picos de Europa. El Teide. Tramontana. No queremos desempolvar nuestros libros de geografía, sino simplemente hacer un recorrido, emotivo, por nuestras montañas. Esas que nos permiten esquiar, escalar, hacer senderismo o, simplemente, sentarnos en sus faldas en una tarde de verano.
Las montañas españolas, por desgracia, están muy ligadas al manido término de la España vaciada. Un recurso infinito que, casi sin darnos cuenta, hemos dejado de lado.
¿Y si te dijéramos que las montañas españolas, todas sin excepción, merecen, más que nunca, una segunda oportunidad?
En este capítulo ponemos las botas, cargamos la mochila con el bocadillo y los frutos secos, la cantimplora llena de agua y muchas ganas de caminar… Porque hoy nos vamos a la montaña.
Digamos que nuestro destino es más filosófico que físico, aunque está claro que luego pisaremos el terreno de la mano de nuestro amigo Carlos Fernández Morán, de “Lucha por la Montaña”, que nos llevará de lleno a la montaña leonesa.
Porque, ¿quién no tiene un recuerdo imborrable de una montaña? Con un par de esquís, o en una caminata de primavera, o en ese pueblo a cuyas faldas seguramente muchos habéis pasado la infancia… ¡Qué haríamos sin ellas!
El caso es que nos preguntábamos, hace ya semanas, ¿cuál es el futuro de nuestras montañas y de la vida alrededor de ellas? Es un tema complejo, desde luego, y somos conscientes de que no podemos cubrirlo en un único episodio. Pero vamos a intentar acercarnos a su situación real, desde diferentes puntos de vista. Y no solo, y dejadme que sea muy franco, desde el enfoque del que vive en la ciudad y se acerca el fin de semana a tumbarse en un prado y ver las vacas pastar.
Abordar lo que son las montañas en el contexto europeo o mundial sería inabordable, porque cada país y región tienen sus características. Aunque sí que podemos dar algunos datos para ponernos en contexto. Por ejemplo, que las montañas son las responsables de proveer comida, energía y agua a casi la mitad del planeta.
Pues, sí, porque más de 1.000 millones de personas dependen de ellas para su sustento directo, pero como hemos visto al principio, son el sustento indirecto y emocional de otros muchos miles de millones.
Y si seguimos en esa línea, diríamos que el 15% de la población vive en ellas y el turismo, bien relacionado con eso que comentábamos antes, tiene en las montañas al 20% de su negocio. Y, por si todo esto fuera poco, de las montañas obtenemos casi el 80% del agua potable que bebemos cada día. Megalópolis como Rio de Janeiro, Nueva York o Tokyo dependen directamente del agua. Y, por supuesto, la capital de nuestro país, Madrid. Algo tan urbano pero, a la vez, tan dependiente de las montañas cercanas.
Y, mira, algún dato curioso. Si hablamos de especies de plantas, un tercio están en las montañas, que cubren el 27% de la superficie terrestre del planeta. Pero es que de las 20 especies que proveen el 80 % del alimento del mundo, seis nacieron originalmente en las montañas (maíz, patatas, sorgo, cebada, tomates y manzanas). Así que, literalmente, nuestra civilización literalmente come (y bebe) de las montañas)…
Está claro que dependemos mucho más de lo que creemos de ellas…
Y n Bola de Cristal creemos que las despreciamos más de lo que se merecen. Creo que por varios factores. Podréis decir que son tonterías, pero en las cosas más sencillas a veces está la explicación a los problemas más grandes. Estos son los motivos.
- Siempre son iguales. En un mundo en el que nos encantan las novedades, las últimas versiones del teléfono, la actualización que nos hará la vida más fácil… Las montañas no varían lo más mínimo en nuestra vida. Es más, podríamos decir que nuestra civilización las ha visto siempre iguales, porque sus ciclos son de millones de años, no de miles de años.
- No proporcionan una recompensa inmediata. Hay que meterse en ellas a fondo, explorarlas, pisarlas, caminarlas, explorarlas, perderse en ellas para amarlas. Cuanto más las conoces, más las quieres…
- Y, por último, hemos conseguido domesticarlas. Recogemos su agua en los embalses, esas especies de plantas las hemos conseguido cultivar a menor altitud y, además,, caminamos hacia un mundo en el que lo urbano es lo que está de moda….
Pero, ¿cuál es la situación en nuestro país?
España es un país más montañoso de lo que los propios españoles piensan… Para empezar, a pesar de que tenemos dos enormes “llanuras”, que podrían ser, por decirlo gráficamente, las dos Castillas, lo cierto es que ni siquiera es cierto. Porque hay montañas viejas en Galicia, Picos de Europa y Cordillera Cantábrica en León, Palencia (y Castilla y León, por lo tanto) y Cantabria, montañas más bajas en el País Vasco, estribaciones de Pirineos o Pirineos en Navarra, Aragón y Cataluña, más montañas en los Sistemas Ibéricos y Central (con comunidades como de nuevo Castilla y León, de nuevo Aragón, Madrid), por supuesto, montañas en Andalucía, con sus Cordilleras Béticas y la prístina nieve de Sierra Nevada…
Y por supuesto no olvides en nuestras islas, Canarias (con el pico más alto de nuestro país) y la Tramontana balear… En fin, que somos unos privilegiados…
No tenemos las montañas más altas de Europa, ni mucho menos, pero aquí casi todo el mundo tiene una montaña cerca de casa….Pero , en términos de población, eso significa que la montaña está cerca de la mayoría de la población, porque es precisamente en el centro, exceptuando Madrid, donde no hay montañas. Y teniendo en cuenta que la población se concentra en el centro (Madrid) y en la periferia, pues… ahí tenemos la respuesta.